
No podemos concebir ni la cosa más simple ¿Qué nos hacemos tanto la cabeza si terminamos sin saber en dónde estamos parados?
Es lamentable...el estado de pelotudez mental se adueñó de mi durante un período, en el cual cometí errores, pronuncié atroces barbaridades, y lloré mares.
Mi estado de pelotudez mental no sólo propició mi facilidad para la equivocación, sino que me costó angustia, dolor y desesperación.
Yo debería haberme quedado encerrada en mi casa, para no contagiar a nadie, porque lo terrible es que se contagia.
Es feo equivocarse. Aunque se diga que de los errores se aprende. Pero en ese aprendizaje, pueden herirse los sentimientos míos, del otro, y de todos.
Y después no queda otra que hacerse responsable de los propios actos, no? Por más que hayan sido errores involuntarios.
Hay tantas cosas en juego, que cuando caemos en la cuenta entra la desesperación.
Pero tengo seguridades que nunca me abandonan. Lo que siento de verdad en mi ser.
No quiero que me des la espalda.
Quiero progresar y aprender a tu lado.
Si querés estar, te pido sólo una cosa:
Cuando veas que estoy por enfermarme de pelotudez mental, abrazame rápido, acurrucame y dame calor, besos y caricias, así no puede instalarse esa enfermedad en mi y somos felices para siempre (sin comer perdices porque creo que no me gustan).
Así que cuidado cuidado! Después no digan que no advertí.

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