
Me mastico las palabras
de aquella tormenta ruidosa,
me adormezco en el silencio
de ser cadáver;
Me ha mentido esta vida cartón;
Y ahora me tapo las orejas al egoísmo
y le escupo la frente con mi indiferencia,
por que es evidente que si mi dignidad tuviese precio, no conocería lo sublime del sabor a libertad.

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