Cuando estábamos aún fuertes y robustos, nadie nos vió partir, ni lanzarnos a la ensangrentada mentecata palabrería universal que comprendíamos en aquel entonces al mirarnos unisexuales, uniformes a los revueltos y azarosos ojos que nos comprendían todo el espíritu, y toda la zona de la cabeza.


No hay comentarios:
Publicar un comentario