Mirar es morir en decisivo nacimiento. Colonizar todos los instantes simultáneos. Acurrucarse diestramente en la sutura, en el patente simulacro. Mirar es verdaderamente querer existir en absoluto, cincelar el reflejo, producir al otro.
Mirar es fumarse el ojo de los otros, el cabello de los otros, los cimientos de los otros. Mirar es practicar el habla, practicar el tiempo, romperse contra el suelo por el gesto atrapado para adentro.
Y cuando nos miran, cambiamos de vestido, de gesto, de miedo; cuando nos miran corremos la cara, para escondernos detrás del movimiento.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)

Nooo, está increíble, que bien usas las palabras y sin abusos!
ResponderEliminarMe gustó mucho lo de fumarse al otro con la mirada, pero viste, no es lo mismo cuando nos miran a nosotros, nos sentimos expuestos, desnudos, inseguros, ahí está el equilibrio, poder reirse de todo, inclusive de uno mismo.
Un gusto leerte Juli.